lunes, 5 de julio de 2010

Arco de San Lorenzo

                                    Arco de San Lorenzo

        El popular "Arco de San Lorenzo" , situado en la confluencia de las calles Almendros Aguilar y Madre de Dios, es el único vestigio que resta de la antigua iglesia parroquial de San Lorenzo, surgida a fines del siglo XIII, o comienzos del XIV. Tiene acceso directo desde una puerta de época y una preciosa escalerita se accede a la capilla cubierta de bóveda de ladrillo; en cuyo centro pende un colgante de yesería del que engancha una lámpara votiva. Toda la pared de la capilla está cubierta por un valiosísimo zócalo de alicatado mudéjar. Sobre el altar hay un nicho de arco rebajado, decorado de fina yesería mudéjar, yesería que corre a manera de festón sobre todos los paneles de azulejos. En este nicho, sobre un fondo de damasco rojo, hay un buen crucifijo. En los dos laterales de la entrada, sobre la azulejería, corre una inscripción en letra gótica que dice: "Esta capilla de Jesús Nazareno es.../...del Hospital de la Madre de Dios".

Fue iglesia parroquial de una sola nave, que ocupaba el terreno que hoy se corresponde con las casas números 2 y 4 de la calle de San Lorenzo. Como el desnivel del terreno era muy acusado, los constructores de la iglesia tuvieron necesidad de voltear sobre la calle Maestra Alta el torreón, en cuya planta superior se situó el altar mayor y sacristía de la parroquia y en la parte inferior una pequeña capilla dedicada al santo titular.

La iglesia de San Lorenzo contuvo un excelente tesoro artístico. Destaquemos un retablo de Ánimas; la bella tabla de Santo Domingo y San Bartolomé de la Cuesta y el legendario lienzo del Cristo de las Injurias, todos ellos hoy en la cercana iglesia de la Merced.

La importancia local de esta parroquia de San Lorenzo y su capillita abierta en el arco es indudable. La famosa "Crónica del Condestable Lucas de Iranzo" , hace repetidas alusiones a ella. Es tradición que aquí se velo el cadáver de Fernando IV el Emplazado, muerto trágicamente en Jaén el 7 de septiembre de 1312, tras la maldición de los Carvajales. Durante siglos, fue norma que en los entierros de los obispos de la ciudad, se hiciese una parada en el Arco para entonar un responso. En San Lorenzo se bautizó, el 6 de julio de 1555, a Maximiliano de Austria, primo del Emperador Carlos V.
En esta ciudad, como el resto de la Antesala del Arco de San Lorenzo, así conocida porque en una casa señorial estuvo el Refugio y Hospital de la Madre de Dios, centro benéfico fundado por Luis Torres, único hijo varón del Condestable Lucas de Iranzo.
En la monarquía hispánica del Antiguo Régimen, abundaban los llamados “Hospitalicos” para acogida de pobres, peregrinos, personas desamparadas y enfermas. En realidad no se trataba de instituciones meramente sanitarias, sino que mezclaban funciones sanitarias y benéficas. Bernardo Espinalt señala que en la ciudad de Jaén en 1878, había nueve mil vecinos, divididos en trece Parroquias, catorce Hospitales -aquí estarían incluidos los llamados “hospitalicos”, Casas de Piedad, doce ermitas y cien cofradías. De los Catorce hospitales, todos han desaparecido menos el de San Juan de Dios, antiguo de la Misericordia. En concreto podemos señalar, dentro de estas instituciones mencionadas en la ciudad de Jaén, entre otros, el Hospital de la Madre de Dios, fundado en 1491, dedicado fundamentalmente a acogida de niños expósitos, aunque también realizó funciones de cura de “mujeres solas”.
En el año 1611, el Cabildo de la Santa Iglesia Catedral, que era patrono del hospital, solicitó del Sumo Pontífice Paulo V, que se le agregase el caudal de la obra pía de niños expósitos que dejó el canónigo Diego de Valenzuela y que se convirtiese en casa de refugio para estos desamparados por la suma necesidad que había de ellos.” A renglón seguido, sigue el comentario de nuestro escritor comentándonos: “Luis de Torres era bondadoso y aunque su corazón tuvo algunos desvaríos en la corte de los Reyes Católicos, acabó sus días de religioso franciscano. La prueba de su natural bondad se manifestó en ocasión de las guerras sostenidas por el condestable contra los magnates rebeldes al rey don Enrique IV; los vecinos de las villas de Higuera de Calatrava, Porcuna y Torredonjimeno habían sufrido cierto robo y daño en los ganados que Luis Torres quiso resarcir, daño que fue tasado en diez mil maravedises. Los agraviados, con piadoso desprendimiento – o con orgullosa altanería, añadiremos nosotros- y de su propia voluntad, renunciaron a aquella suma a favor del Hospital de la Madre de Dios, a vista del rasgo justiciero del hijo del Condestable". De entre los blasones que dan testimonio de la importancia de este arco-capilla en la Historia, lo prueban las armas de León y Castilla, talladas en piedra y colocadas en el testero principal de la que fue sacristía de la iglesia parroquial, hay otros dos de ilustres blasones nobiliarios y en la clave del arco mismo, por ambas entradas de él, otro con la cruz de Calatrava -o de Alcántara- , pues no lleva el color que permitiría distinguirlas.



Entre los hospitales que había en la ciudad, destacaba el «Hospital de la Misericordia», el cual, «de treinta años a esta parte, se halla muy aumentado... con un bello patio de galería alta y baja... donde se admiten enfermos de ambos sexos y de todas partes» ^^. Sobresalía también el «Hospital de la Madre de Dios» que unos años antes se había convertido en Casa de Niños Expósitos. Su función consistía en salvara los niños que se depositaban en el torno o se abandonaban en las puertas de las casas. «Se tienen prevenidas, —nos cuenta nuestro informante en un sobrecogedor párrafo—, amas de leche para satisfacer aquella primera necesidad con que vienen. Es muy lastimoso el estado de estos infelices. Me consta que habiendo entrado 289 en estos cinco últimos años, sólo viven seis de ellos y aparecerá la misma o mayor desgracia si se sacan listas de otros anteriores» ".

A comienzos del siglo, otra fundación similar se había creado para atender a las niñas huérfanas^®. Desde 1718, estaban en pie el Hospicio y la Ermita de San Félix de Cantalicio, destinado a acoger, por un máximo de tres días, a los sacerdotes peregrinos o transeúntes ^®. Más recientemente, en 1751, reinando Fernando VI, se había erigido un Real Hospicio en San Andrés ''°.

Además de estos hospitales, cada parroquia tenía los suyos propios. En general se trataba de pequeñas casas de misericordia .Por Decreto de Carlos IV (5-1-1794)«por el que se declara padre y protector de todos los expósitos de su Reino y manda que se tengan por legítimos para todos los efectos civiles, sin excepción alguna, a no ser que la fundación o instituto llame a solos los hijos legítimos de legítimo matrimonio. Manda también que sean recibidos en cualesquiera colegios de pobres o casas de misericordia y que se castigue a quien se atreva a llamarlos bastardos, daría en tiempos de nuestro informante se les daba el nombre de «hospitalicos». «En ellos procuraban los fieles socorrer a los débiles y enfermos de su feligresía, del mismo modo que hacían las cofradías militares, que llamaron últimamente de «ganancias», con los que volvían heridos o estropeados de las refriegas con los moros. Hoy sólo sirven los tales hospitalillos para acogerse a vivir en ellos algunas pobres mujeres o para que se recojan de noche los mendigos y pobres pasajeros.
   El Arco sirvió de capilla al primer y efímero Seminario Conciliar, abierto en Jaén en 1620. En el aposento alto del Arco de San Lorenzo campean las armas de los Olid, cuyo contenido iniciático es patente: lunas de plata invertidas y estrellas o soles de oro; el sincretismo salomónico en la heráldica jiennense del siglo XV. ( Eslava Galán) .

 En 1825, por su estado ruinoso, la iglesia de San Lorenzo se viene abajo. La parroquia y el archivo se trasladan a la iglesia de San Bartolomé. Y su tesoro artístico se reparte entre San Bartolomé y la Merced. Sólo queda en pie el Arco de San Lorenzo, pero en completo abandono.
En 1832 se vende a don José Carrillo Serrano el solar de la iglesia para construir una casa. En 1844, al desplomarse unas ruinas del torreón sobre la casa, se acuerda, por vía de indemnización, ceder a don José Carrillo Serrano la estancia superior del Arco, con la obligación de que él y sus descendientes cuidasen de la capilla.

Una campaña en pro de la demolición del Arco motivó que, gracias a los desvelos de un grupo de giennenses, encabezados por el catedrático don Federico de Palma Camacho, se consiguiera que por Real Orden de 11 de octubre de 1877, publicada en la "Gazeta" del 20 de octubre, se declarase el Arco de San Lorenzo, Monumento Nacional, salvándolo así de su seguro derribo. Durante muchos años, el Arco permaneció inalterable. La planta alta estuvo ocupada por los propietarios de la casa lindera, según el acuerdo antes citado, y destinada a usos domésticos. La planta baja, con entrada desde la calle, estuvo abierta al culto y muy concurrida, por cierto, de la devoción del pueblo, que solía dejar en sus testamentos limosnas para misas en el Arco. Sobre el altar había una antigua pintura del Crucificado y ante ella dos imágenes, una Dolorosa y un San Lorenzo, ambos de talla. Con motivo de la Guerra Civil de 1936-39, la pequeña capilla se cerró, transformándose en refugio. Losada su entrada, el Arco de San Lorenzo quedó ignorado durante años, pese a su condición de Monumento Nacional.




En mayo de 1968, don José Cámara Carrillo segregaba por escritura pública, la estancia superior del Arco, de la casa número 37 de la Calle Almendros Aguilar, que hasta entonces la ocupaba con dependencias domésticas, y la donaba al Estado, que aceptó la donación en 30 de diciembre de 1968.
Gracias a este gesto, el Arco de San Lorenzo pudo recobrar su primitiva unidad y en 1969 la Dirección General de Bellas Artes comenzaba las obras de restauración, que fueron encargadas al arquitecto don Luis Berges Roldan. Finalizadas las obras el Arco continuó cerrado a falta sólo de pequeños detalles y a la espera de encontrar una utilización práctica.  Por último, en febrero de 1981, la Dirección General de Bellas Artes cedía el uso del Arco de San Lorenzo a la asociación "Amigos de San Antón" ,que con un mimo ejemplar y digno de imitación, ha finalizado los últimos detalles de la restauración para destinarlo a una serie de actividades culturales. C.M.T.

2 comentarios:

  1. El Arco nos sorprendió a todos, no esperábamos encontrarnos con esas dos estancias que albergaba el Arco si bien la primera fue una sorpresa la segunda fue todo un ¡uauuuuu! Dada su grandiosidad.

    Las salas fueron presentadas por la compi Cari que se ha animado con el tema y sale de una para meterse en otra. También descubrimos la historia del poseedor de las llaves, de cómo las había heredado de un vecino, el cual, a su vez, lo había heredado de su familia
    Es de visita obligada, este Arco de San Lorenzo, no sólo para cualquier turista que venga a ver nuestro patrimonio sino a nuestros paisanos de la ciudad o de la provincia.

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  2. Desde la calle no te imaginas lo que el Arco de San Lorenzo puede albergar en su interior. Conforme entras, por un lateral del arco, hay una pequeña capilla, es muy curioso como han aprovechado el espacio. Luego unas pequeñas escaleras te suben a otra estancia del edificio que te sorprenderá, puesto que desde fuera parece todo mucho más pequeño y sin embargo la segunda estancia es muy grande.

    El edificio esta muy bien cuidado, una asociación se encarga de su mantenimiento y lo tienen todo en perfecto estado.

    Es una visita muy recomendable, tanto por su estructura como por su historia.

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