La localidad de Almadén ha estado histórica y económicamente ligada a la mina excavada bajo su suelo para la explotación del mayor yacimiento de cinabrio (mineral de donde se obtiene el mercurio) del Planeta. Sin embargo, la crisis del mercurio iniciada en la década de los años setenta y las medidas medioambientales restrictivas respecto a este metal impulsadas por la Unión Europea derivaron en la paralización de las actividades de Minas de Almadén y Arrayanes (MAYASA), que venía explotando y comercializando los recursos minerales de Almadén desde su constitución en 1982.
Abandonada la explotación de la mina, se decidió transformar las instalaciones minero-metalúrgicas en el Parque Minero de Almadén, considerado Bien de Interés Cultural y que opta a ser declarado Patrimonio de la Humanidad.
Los visitantes del Parque Minero de Almadén pueden conocer la riqueza geológica de los yacimientos existentes, la evolución de los diversos procesos mineros y metalúrgicos a lo largo de su historia, la importancia del mercurio en el desarrollo histórico de la sociedad y el impacto de la explotación de la mina de Almadén a nivel mundial.
El mayor yacimiento de mercurio del planeta
Desde hace más de dos mil años se ha venido explotando el yacimiento minero de Almadén, donde se han producido una tercera parte de los 22 millones de frascos de mercurio, equivalentes a más de 250.000 toneladas, que se han consumido a lo largo de la historia de la Humanidad.
Se estima que las ventas registradas desde el siglo XVI hasta la actualidad, aplicando factores correctores para traducirlos en valores actuales, alcanzan 30.000 millones de dólares.
Ya en la antigüedad los romanos explotaron las minas, pero no estaban entonces interesados en el mercurio metálico, sino en su forma mineral tal y como aparece en la naturaleza, el cinabrio. Moliendo el cinabrio fabricaban un cotizado pigmento, el minium, actual bermellón.
Los árabes explotaron la mina durate los siglos VIII al XIII y el mercurio era utilizado por alquimistas y médicos para preparados medicinales y como motivo ornamental.
A mediados del siglo XIII se reconquista Almadén por los cristianos y la mina se cede a la Orden de Calatrava, la cual arrienda su explotación a catalanes y genoveses. Siguió arrendándose la mina a particulares durante los siglos XIV, XV y XVI. En 1523 se concede la administración perpetua a la Corona española. Los productos que se comercializan en estos siglos son el bermellón, el azogue y el solimán (mercurio), que se producía a partir del azogue y era utilizado para el curtido de cueros.
A partir del siglo XVI, el mercurio se convierte en un bien con gran valor por su utilidad en la amalgamación del oro y la plata que provenían de América.
Almadén se empieza a desarrollar como un importante centro minero-industrial contribuyendo a la explotación de las riquezas traídas del Nuevo Continente y adquiriendo así una importancia capital al convertirse en pieza clave en la explotación de los ricos yacimientos de plata descubiertos en América y contribuyendo de forma notable no sólo al desarrollo económico de la América colonial, sino de toda la economía española.
Durante el reinado de Carlos III, para la modernización de las técnicas de la mina, se nombraron varios directores alemanes de la escuela de Freiburg, en Sajonia, y en 1777 se fundó en Almadén la Escuela de Minas. Tanto durante el medio siglo de directores alemanes como bajo la dirección de su primer sucesor español, Diego de Larrañaga, formado en la propia Escuela de Almadén, se introdujeron importantes innovaciones en las técnicas mineras.
En 1916 se crea un organismo especial para la dirección de las minas, el Consejo, bajo cuyo mandato se introducen mejoras técnicas en la explotación.
Tras la Guerra Civil, las minas alcanzan el récord de su producción en 1941 con 82.000 frascos de mercurio, en parte condicionado por la utilización de presos en los trabajos de la mina, ya que se volvió a utilizar el llamado “túnel de forzados”.
Cese de la actividad industrial en Almadén
Las minas, que en 1941 alcanzaron su récord de producción, han sido reconvertidas en Parque Minero. Foto: Almadén.
En 1982 se crea la empresa Minas de Almadén y Arrayanes, S.A. (MAYASA), con capital perteneciente en su totalidad al Estado a través de la Dirección General del Patrimonio.
Según indica Eduardo Martínez, presidente de MAYASA, a pesar de que la demanda de mercurio fue superior a la producción durante muchos siglos, su progresiva sustitución por otros metales en la industria química (clorocáusticas, baterías alcalinas, fungicidas, antigerminantes, etc.) y su abandono como metal estratégico desde el punto de vista armamentístico produjeron una brusca caída de las demandas, acentuada en los años ochenta por la presión ecologista.
Por ello, continúa Eduardo Martínez, durante las tres últimas décadas, la actividad minera ha sufrido una progresiva regresión en Almadén que, por primera vez en su historia milenaria, tuvo pérdidas en los años ochenta. MAYASA, como explotadora del distrito minero, intentó hacer frente a esta nueva situación mediante un Plan de Reconversión y una diversificación de sus actividades, que globalmente han tenido resultados poco satisfactorios.
En 2001, año en el que Minas de Almadén se integra en la SEPI, Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, se paralizó la actividad extractiva con el cierre de las minas y en 2003 procedió al cese de su actividad metalúrgica y, con ello, a la producción de mercurio.
Como alternativa al cese definitivo de actividad, surgió el proyecto del Parque Minero de Almadén, que mediante la reconversión de las instalaciones mineras se ha convertido en un espacio con una destacada función cultural, educativa y turística.
El Parque Minero, motor de desarrollo social, económico y cultural de Almadén y su comarca
Estado inicial de la escombrera de las minas de Almadén antes de su restauración como Parque.
MAYASA creó en 1999 la Fundación Almadén Francisco Javier de Villegas con el fin de rehabilitar el patrimonio histórico de las Minas de Almadén, consideradas Bien de Interés Cultural y que optan a convertirse en Patrimonio de la Humanidad.
En opinión de Eduardo Martínez, “el turismo rural, sobre todo con iniciativas como el Parque Minero, está experimentando un intenso crecimiento que se traducirá en una mayor actividad económica, plenamente sostenible y permeable al territorio”, señala, para añadir que el proyecto del Parque Minero, al que se han destinado más de 20 millones de euros, se ha convertido en punto de referencia de la rehabilitación del patrimonio industrial en España.
Para la promoción turística del Parque Minero, la consejera de Turismo y Artesanía, Magdalena Valerio, ha firmado con MAYASA y el Ayuntamiento de Almadén un convenio de colaboración, cuya inversión asciende a 200.000 euros durante 2008.
Por otra parte, MAYASA mantiene un firme compromiso medioambiental, para lo cual ha sido necesario llevar a cabo una restauración de gran alcance. De estos proyectos medioambientales, para Eduardo Martínez, el más destacado es, sin duda, la obra de Restauración de la Escombrera del Cerco de San Teodoro, que con una superficie de diez hectáreas ha recibido durante siglos un volumen cercano a los 3,5 millones de toneladas.
En este proyecto de restauración han participado las empresas TRAGSA, ENUSA y SADIM, adscritas al grupo empresarial SEPI, y ha contado con un presupuesto de 8,5 millones de euros.
Centro de Interpretación y visita a la mina
En el Centro de Interpretación se puede visitar el antiguo Edificio de Compresores, hoy en día Museo de la Minería.
La visita al Parque Minero de Almadén comienza en el Centro de Interpretación de la Minería, donde los visitantes pueden conocer cómo es la mina antes de bajar a la misma.
Consta de varios edificios, construidos a principios del siglo XX, entre los que destacan el antiguo Edificio de Compresores, convertido hoy en día en Museo de la Minería, el Edificio de Talleres y el Edificio de Dirección. La zona visitable de la mina corresponde a la planta primera, donde existen dos partes bien diferenciadas: la mina del Pozo, perteneciente a los siglos XVI y XVII, y la mina del Castillo, del siglo XVIII, unidas entre sí a través de la llamada “caña gitana”.
La bajada a la mina se realiza por un ascensor situado en el pozo de San Teodoro, mediante el cual se desciende hasta la planta primera situada a unos 50 metros de profundidad. Los visitantes van recorriendo las diferentes labores mineras, entre las cuales destacan grandes hitos.
El pozo de San Teodoro se construyó a mediados del siglo XVIII y en él se instaló la primera máquina de vapor que se usó en España para el desagüe de minas.
El pozo de San Teodoro fue modernizado posteriormente en dos ocasiones: la primera, en la época del Consejo, cuando pasó a ser el principal de la mina, dotándose de guionaje metálico y máquina de extracción eléctrica; y la segunda, en 1962, cuando adquiere su aspecto actual con 19 plantas y 500 metros de profundidad.
El pozo de San Aquilino es el más antiguo que se conserva, pues ya en una relación de la mina fechada en 1543 se refiere a la existencia de un pozo vertical, conocido como “La Grúa“, de 30 brazas de profundidad. Fue reprofundizado posteriormente hasta la planta 14 y disponía de una máquina de extracción de vapor, que fue sustituida por otra eléctrica con bobinas para cable plano de acero, con el aspecto que presenta hoy en día.
Detalle del Cuarto de Herramientas del Pozo de San Aquilino que los visitantes del Parque podrán contemplar.
Otro gran hito, conseguido en 1784 por el director Hoppensack, fue el abandono de la explotación mediante el sistema de hurtos, que tantos hundimientos habían provocado, para introducir el de “bancos y testeros”.
Pozo de San Andrés
En la mina del Castillo, de principios del siglo XVIII, se comenzó a utilizar la pólvora en Almadén, lo que supuso un gran avance en la explotación.
El pozo principal de la mina del Castillo fue el de San Andrés, hasta su relevo por San Teodoro, cuya explotación se vio facilitada por la instalación de un baritel subterráneo que precisó la excavación de un gran hueco de planta circular y gran altura, recubierto por una impresionante bóveda de ladrillo y piedra.
Por encima del pozo de San Andrés se observan unos grandes arcos de ladrillo para sostenimiento del “anchurón” del pozo, método que luego fue desarrollado de forma espectacular por el director Larrañaga a partir del año 1800.
Además, en el interior del pozo de San Andrés se refleja otra de las mejoras aportadas por los técnicos alemanes de finales del XVIII: el compartimento de escalas, con el que la seguridad de los mineros aumentó considerablemente al dividir longitudinalmente los pozos en dos partes, una para el transporte de materiales y otra para el personal, de manera que éste subía y bajaba por escaleras de madera y no colgados en cestas con cinteros o maromas.
La visita al interior de la mina termina con el torno de Castro, donde hay una recreación del desagüe mediante zacas de cuero, y con la galería de forzados que unía directamente la mina con la Real Cárcel de Forzados, edificio derruido en 1969 y reemplazado años más tarde por la Escuela Universitaria Politécnica.
Recinto de la metalurgia
Carretón de madera cargado de piedra en la galería de la Mina del Castillo. Esta mina se abrió a principios del XVIII.
Al salir de la mina el ascensor no lleva a los visitantes a la superficie sino que se detiene a 16 metros por debajo de la superficie, donde un tren minero subterráneo traslada a los visitantes hasta el recinto de la metalurgia. Se accede así, por el camino que recorría el mineral en la segunda mitad el siglo XX, al cerco de los hornos, un lugar donde se pueden conocer los hornos.
En 1633, Lope Saavedra Barba inventó en la mina de mercurio de Huancavelica (Perú) los hornos de “aludeles”, que fueron introducidos en Almadén en 1646 por Juan Alonso de Bustamante, por lo que también se llaman hornos Bustamante.
En los hornos de aludeles, declarados Bien de Interés Cultural en 1992, el mineral se colocaba dentro del horno sin necesidad de ser introducido previamente en ollas, sino distribuido en varias capas según tamaños y calidades. Una vez cargado y cerrado el horno se procedía a quemar el combustible, lo que producía vapor de mercurio, que pasaba por unos orificios a una camarilla, de la cual salían varias cañerías de barro cocido.
Cada cañería estaba formada a su vez por diversos recipientes unidos unos a otros (los aludeles) que tenían un agujero en su parte inferior, de modo que el mercurio primero se condensaba y después salía por los agujeros a una reguera donde se recogía.
El antiguo almacén de azogue, construido en 1941, ha sido rehabilitado y convertido en el Museo del Mercurio.
El patio central del edificio está dedicado a la geología de las minas, donde se pueden contemplar fósiles, rocas y minerales de Almadén y sus alrededores. El sótano del edificio está dedicado a la historia de las minas con sus episodios más relevantes.
En una de las salas de la planta superior se pueden ver maquetas hechas a escala de los hornos de jabecas (de origen árabe), los hornos de aludeles o Bustamante y los hornos Pacific, que se han venido utilizando hasta la clausura de la planta de metalurgia en el año 2003. En la otra sala de la planta superior se muestran las propiedades características del mercurio y sus aplicaciones industriales y científicas, muy numerosas e importantes.
Puerta de Carlos IV
Puerta de Carlos IV que da acceso al Cerco de Buitrones, según la fecha que figura en una inscripción data de 1795.
La puerta de Carlos IV da acceso al Cerco de Buitrones y forma parte de uno de los conjuntos de urbanismo y arquitectura industrial más relevantes de España. Según la fecha que figura en una inscripción, data de 1795 y su construcción es de estilo neoclásico, con rasgos barrocos y un simbólico significado claro de poder.
Combinando la piedra caliza y el ladrillo visto, posee dos columnas toscanas laterales y arco rebajado en el centro; sobre éste un entablamiento y rematando la construcción, un frontón triangular donde está inscrito el escudo nacional y dos carteles laterales alusivos a Carlos IV.
Por esta puerta salían las numerosas cuadrillas de carretas de bueyes y recuas de mulas que transportaban el mercurio desde Almadén a Sevilla.
El Real Hospital de Mineros de San Rafael, sede de la Fundación Almadén Francisco Javier de Villegas
El Real Hospital de Mineros de San Rafael fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 1992.
Fuera del cerco minero, se encuentra el Real Hospital de Mineros de San Rafael, fundado por el superintendente Francisco Javier Villegas en 1972. Fue uno de los primeros hospitales en España que contó con una estructura asistencial profesionalizada y puede considerarse como un logro de los ideales del movimiento sanitario ilustrado del siglo XVIII.
Fue el primer edificio restaurado del conjunto arquitectónico propiedad de MAYASA, cuyas obras de rehabilitación finalizaron en 2003, con una inversión de unos 2,5 millones de euros, cofinanciados por MAYASA, fondos FEDER y la Fundación Caja Madrid.
Este edificio, declarado Bien de Interés Cultural en 1992, es la sede actual de la Fundación Almadén Francisco Javier de Villegas y en su interior alberga el Archivo Histórico de las Minas y el Museo Minero. La Fundación impulsó desde sus comienzos la creación del Archivo Histórico de las Minas de Almadén para reunir todos los documentos relacionados con las explotaciones mineras de Almadén, dispersos por varios archivos nacionales, con el fin de favorecer el estudio y el conocimiento de estas minas que tanta importancia han tenido a lo largo de la historia.
El Museo Minero cuenta con dos salas, una dedicada a la salud, haciendo especial hincapié en la enfermedad característica de los mineros de Almadén: el hidrargirismo, y la otra sala explica cómo trabajaban y vivían los mineros.
Creo que la puesta en valor del Parque Minero de Almadén es una auténtica joya del patrimonio nacional. Ojalá se tomasen iniciativas parecidas en nuestro entorno (Linares) y se pusieran en valor de esa forma tan correcta. Desde mi punto de vista la infraestructura turística de Almadén es modelo a seguir, desde la creación del museo, hasta la recuperación de la universidad junto con la puesta en valor de la cárcel. Es todo un conjunto digno de admirar y creo que deberían hacer un poco más de hincapié en la guía por los parajes naturales que rodean la población, dado que es también espectacular.
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